Hacía tiempo que no editaba ninguna entrada de contenido taurino como esta, pero la verdad es que hace tiempo se me quitaron las ganas. Siempre, de vez en cuando, he puesto algo de toros en mis entradas, pero una en la que cuente historias, anécdotas, opiniones y pensamientos, hace mucho que no lo hacía; tan solo en Septiembre por ferias ponía mi humilde opinión sobre el festejo de la tarde.
Hoy, después de una pequeña "charla", (si se puede llamar así a chatear), con Paco Cañamero, me he decidido a contar una pequeña y simple historia de un día de tentadero en la finca de Emilio Ortuño Jumillano. Corría mas o menos el año 1984 y una señora de grandes juanetes fue a la clínica de mi padre a que le mirase los pies. La mujer le preguntó a mi padre por el torero y yo, que estaba en casa, al lado de la clínica de mi padre, puerta con puerta, me acerqué un momento a ver a la mujer que había preguntado por mi. Resultó ser la madre de Salva Velasco, "El Patillas", la cual me invitó a tentar una becerras la semana siguiente. Era la primera vez que tentaba becerras de Salva Velasco pero en una novillada había matado un novillo suyo que salio noble pero mansote, sin maldad alguna. Salva no tiene plaza de tientas en su finca y me dijo que el tentadero sería en la finca de Jumillano, en Aldeávila de Revilla, donde había ido varias veces por la zona de Buenamadre, no por los caminos de Muñoz, atravesando el pueblo.
Era día de clase, entonces yo estaba en el instituto. Estudiaba en el Instituto de Bachillerato Fray Luis de León, donde también estudiaban Carlos Perelétegui y Manolo "El Rubio de la Glorieta". Le dije a Carlos Perelétegui que en cuanto terminase las clases me iba al tentadero y él se apuntó y se vino conmigo. Aún Carlos no se dedicaba a la fotografía pero ya le tiraba el asunto y hacía unas buenas fotos como se puede ver en las que he colgado del día relatado. Al terminar las clases, sobre las dos y media, salimos hacia mi casa donde nos montamos en mi coche, un 127 que tiene historias mil, algunas para no dormir, otras para reír, otras para llorar y otras, otras, para no contar. Como iba diciendo, nos montamos en el coche y sin comer ni nada nos apresuramos a ir a la finca pues me dijo la ganadera que estuviésemos sobre las cuatro de la tarde. Salimos de casa sobre las tres y sin perder tiempo nos dirigimos al pueblo de Muñoz, para una vez atravesarlo, seguir los caminos indicados para llegar a la finca. Como era la primera vez que iba por esos caminos a Aldeávila de Revilla, me confundí dos veces de veredas y ya se nos hacía tarde. Sobre las cuatro y media decidí darme la vuelta e ir a la finca por Buenamadre que era el camino que yo conocía y por el cual había ido montones de veces. Llegamos a la finco a eso de las cinco de la tarde, una hora después de la acordada y los ganaderos estaban un poco molestos, tan molestos que habían llamado a otro torero para que tentase las vacas. La vida dio que antes del tentadero habían estado herrando y ellos también estaban un poco retrasados pues cuando llegamos, estaban todos comiendo y algunos, herrando los últimos becerros.
Estuvimos esperando a que llegase al otro torero que habían llamado pues había becerras de sobra, cinco en total, pero resulta que ahora era el otro torero el que no llegaba y la tarde se iba pasando. Recuerdo que era el mes de Febrero y los días eran muy cortos. El día era precioso, soleado, templado y el campo estaba de lujo. El ganadero decidió no esperar mas y comenzamos el tentadero, estando yo absolutamente solo, sin nadie mas. Me ayudaron a cerrar las becerras para pararlas y comenzar la faena de muleta el ganadero y Carlos que las llamaban desde el burladero.
La gorra que llevo puesta me la dejó Carlos Pereletegui Barrigón. Siempre me gusta tentar vestido de corto pero con las prisas no me dio tiempo de coger la calzona y toreé con los pantalones vaqueros y los botos. Sinceramente la tarde se me dio bien, estuve bien con la becerras y como yo ya no tengo abuela, pues sinceramente digo que estuve bien y toreé fenomenal, además como testigo tengo al hoy gran fotógrafo y amigo Carlos Pereletegui que puede confirmar lo que digo. Los ganaderos me felicitaron, me sirvió para volver a tentar en esa casa y para que otro ganadero que estaba presente me encerrase otras vacas en su finca y las tentase yo solito también, otras cinco. En el tentadero también estuvo presente Pedro Hernandez Anaya, por entonces presidente de la Peña de la que hoy en día soy presidente, la Peña Taurina Salmantina, el cual era de Sequeros y me puso a torear un año en su pueblo a raíz de este tentadero. Vuelvo a mirar hacia atrás y sigo pensando que no toreaba mal, al revés, creo que toreaba bien, tenía buen concepto del toreo y mas cuando me lo dijeron personas como Carlos Manuel Perelétegui Vicente, (padre del Carlos Perelétegui Barrigón que hizo estas fotos que ilustran la entrada de hoy y que como veis, ya firmaba pero no con la firma actual), D. Lance, el Maestro Julio Robles, Alfonso Navalón, Toño Blazquez, e incluso algunos enemigos como Manolo Santos (Manolo Ferino), con el cual al final, terminé llevándome bien. También tuve mis detractores y por su puesto, para ellos, era malo, malísimo, el pero torero del mundo, pero gustos, hay para todos.
muletazos, pero describiendo las que he puesto por orden de aparición y de arriba a abajo, la primera foto es un buen natural, la segunda un buen ayudado un poco despegado pero es que la becerra se quería ir. Las becerras salieron nobles pero mansotas. La tercera foto es un gran ayudado por alto, una foto que le gustó mucho al Maestro Julio Robles cuando se la enseñé. La cintura rota, con empaque, sentimiento, hondura en el ayudado, llevando toreado al animal, con arte. La cuarta foto es un buen natural y la quinta otro buen natural con arte pero con la becerra con la cara alta y yo con la mano un poco alta, pero también con la cintura rota, alargando el muletazo, dándole el pecho como se puede ver, con arte, algo que no me faltaba y que tampoco me sobraba pero que aún sigo teniendo, jajajaja. No me digáis algunos tocapelotas que soy un engreído, no, lo que soy es torero, y el torero que no se crea que es bueno, lo lleva claro. Un torero siempre debe pensar que es el mejor o que puede llegar a serlo, un torero siempre debe de pensar que torea bien, un torero siempre, absolutamente siempre, debe estar convencido de su valer y de que lo que hace, le tiene que gustar a los demás. Si no es así, jamás llegará nunca a nada. El llegar a ser figura del toreo es casi imposible, un milagro, muchos buenos y grandes toreros se han quedado en el camino, por eso mismo, si uno no se cree que es bueno, está apañado. Yo, como torero que siempre me he sentido y me siento aunque haya sido un pobre diablo en el mundo del toro, HE SIDO BUENO.
4 comentarios:
Gracias Basas por compartir estas vivencias taurinas,la verdad que valias para torero pero como tu bien dices es casi un milagro llegar a figura.
Por otra parte me has recordado los tentaderos,que bonitos,es inolvidable,cuando yo iba a ayudar a casa de Navalón.
Un saludo y por favor sigue contando historias,sin prisas.Gracias.
Gracias amigo. No sé quien eres pero tu comentario me ha gustado. No sé si valía o no para torero pero yo al menos lo intenté hasta donde pude. Creo que no toreaba mal, pero eso es muy distinto a valer para ser figura, si no llegué a mas es por que la vida me tenía previstas otras cosas. Fui un tanto revelde con el sistema taurino, me cerré puertas yo solo, otras me las cerraron, pero lo único cierto es que mi destino no era ser figura del toreo, para bien o para mal. Tal vez, no valdría para ello, aún torendo bien. Un abrazo
Berna
Es cierto torero, toreabas bien y tenías un buen concepto del toreo, muy artista, clásico y profundo pero no tragaste lo que tenías que tragar. El Serrano.
Bernardino, siempre lo paso muy bien cada vez que me envias un correo.No cuentes la de Victorino porque esa vez ni siquiera fuiste al instituto. Que bien lo pasamos. Lo recuerdas. Un abrazo
Gonzalo Gómez Guadalupe
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