Llevamos unos días hasta arriba de quiropodias, tanto paciente particulares, como de compañías. Los de los seguros sociales de la Junta de Castilla y León y los del Ayuntamiento, los tenemos controlados, esos son siempre el mismo número de pacientes diarios, no atendemos ni uno mas. El mes ha sido, ha falta de dos días, un gran mes, según me cuentan mis hermanos ya que yo hasta el día 20 no comencé a trababjar después de estar trabajando en Colombia. Ayer fue un día estupendo en cuanto a pacientes para estudios biomecánicos y plantillas, ni mas ni menos que tomé moldes a 6 pacientes para hacerles soportes plantares y otros dos estudios que no precisaron de ello; así mismo realicé tres ortesis de silicona y mis hermanos alguna mas. Ayer también tuve una operación a una señora ya intervenida hace casi un año por un traumatólogo. Le realizó una artrodesis fallida en un dedo y le dejó una espícula en una de las falanges que se le clavaba y le provocaba un heloma dorsal que no aguantaba. A la intervención vino Rocío y creo que salio bastante bien. PLAZA DE TOROS DE POPAYÁN: voy a contar la historia de lo que me ocurrió en la plaza de toros de Popayán. En mis anteriores visitas a Popayán me quedé con ganas de ver su Plaza de Toros por dentro, pues por fuera la había visto muchas veces pero sin mas. La Plaza está rodeada por fuera de todo su terreno de un muro de ladrillo cara vista, con diversas entradas al interior, no a la plaza, en forma de arco mudéjar, lo que impide ver el exterior de la plaza. Yo tenía un interés tremendo por entrar y como uno de esos días había un concierto, estaban montando el escenario y me fui con Pipe en una moto a ver si tenía suerte. Llamé a la puerta principal y me abrió una chica a la cual le expliqué mis intenciones. Ella me dijo que entrara y me dirigiese a una casa que había al lado de la plaza de toros, en el interior del recinto fortificado, pegada al muro, que es donde vivía el encargado de la plaza. Hice lo que la muchacha me dijo y al llegar a la casa, la puerta estaba abierta pero todo estaba muy oscuro y no se veía nada. Llamé a la puerta y dí las buenas tardes en alto, cual fue mi sorpresa que apareció por la puerta un hombre alto, fuerte, muy moreno, con el torso desnudo y ensangrentado, sangre de arriba abajo, desde la cara, la barriga hasta los pantalones estaban llenos de sangre, y entre sus manos llevaba un machete enorme, como esos que llevan en la jungla. Con voz grave pero con acento colombiano me dice, muy buenas, que desea usted. Yo me quedé paralizado, no me esperaba ese recibimiento, creo que hasta me puse un poco nervioso (Pipe, el colombiano que me acompañó se quedó fuera del recinto, no quiso entrar conmigo). Le dije que era español, que había sido torero y que estaba interesado en hacerle unas fotos a la Plaza de Toros; el hombre muy amablemente me invitó a pasar a su casa y sin pensarlo entré pues me picaba la curiosidad. Hasta que mi vista se hizo a la situación de oscuridad (la habitación estaba solo iluminada por una pequeña bombilla que casi no daba luz, y en el exterior, la luz ambiental era muy fuerte), yo no veía nada de nada, pero mis pupilas se fueron dilantando y comencé a ver tres vestidos de luces bordados en plata, preciosos, fotos de toreros junto al hombre del machete vestido de luces, y a la derecha de la habitación, una gran mesa de madera sobre la que estaba descuartizando una vaca. Descelado el misterio de tanta sangre y el machete en mano, me tranquilicé y comenzamos una agradable conversaciòn. Me explicó que el fue novillero y ahora era el puntillero de la Plaza de Toros así como su guardián, también había sido puntillero de la Plaza de Toros de Cali. Había estado con Ortega Cano, Cesar Rincón, Joaquín Bernadó, José Antonio Campuzano. Me dijo que si me gustaría torear en Popayán algún festival, le dije que sí, que estaría encantado, y me dijo que hablase con cierta persona que ella me pondría, por lo cual, aún no pierdo la esperanza de poder torear un festival en Popayán, y creo que lo intentaré. Al siguiente Domingo de venirme, hubo un festival taurino y luego una corrida de toros, una pena que no coincidiera ya con mi estancia en Popaýán. |