El día de hoy no ha sido bueno para mi. Ayer, murió mi amigo Manolo, hoy, lo hemos enterrado.
Esta mañana me levanté temprano para ir al hospital de la Santísima Trinidad, donde tenía una operación un tanto seria por el paciente en sí, no por la patología del mismo. Esta mañana he operado a un niño de dos años y como es lógico, con anestesia general, por lo cual, lo he tenido que dejar ingresado. El niño entró en quirófano con un poquito de temperatura, algo que advirtió la enfermera jefe de quirófanos. Le tomé la temperatura y tenía pocas décimas, apenas tres o cuatro, lo cual no fue inconveniente para que el anestesista realizara perféctamente su trabajo. Por otro lado, el niño padece una hidronefrosis bilateral. Este paciente me ha llegado enviado por la compañera Judith, a la cual le doy las gracias y han venido desde Portugal por que nadie se atrevía a operarlo, después de haber visitado a varios traumatólogos y podólogos. Todo esto unido a que la familia, los padres, son padres jóvenes, con trillizos y escasas posibilidades económicas, lo cual, hace de ello, un caso muy especial. Después de operarlo, lo pasamos a la unidad de reanimación, donde lo dejé ingresado unas dos horas, hasta que despertó completamente y se encontraba bien. Lo pasamos a planta y lo dejamos ingresado en la habitación con el gotero puesto.
Después de la intervención, y de dejar al niño bien, me fui a Santa Marta con mi mujer, mis hijos y mi padre a despedir al amigo, a Manolo, al Rubio de la Glorieta. La familia me pidió que por favor escribiese unas letras para leerlas durante el funeral, lo cual me costó mucho asimilar pues no estaba para tal menester, no me encontraba capaz ni de escribirlas, y menos de leerlas. Mamen, la mujer de Manolo y su hermana, me lo pidieron por favor, lo cual hice con todo el cariño y dolor del mundo sabiendo que no iba a ser capaz de articular palabra cuando llegase el momento de leerlo. Llegado el momento, hice de tripas corazón y me lancé al ruedo del altar y al ponerme delante del escrito, no podía articular palabra, palabras que comenzaron a salirme entre sollozos, entrecortadas por mi congoja y emoción. Por momentos respiraba profundamente y creía reponerme, al menos eso me parecía; seguía leyendo y al rato me volvía a derrumbar. No levanté nunca el vuelo de mi mirada de la elegía escrita al amigo, y cuando terminé, vi que los ojos de casi todos los asistentes estaban llenos de lágrimas y humedecidos por el llanto, llanto que escuchaba desde arriba del púlpito. No pude bajar y volver a mi sitio, con lágrimas en los ojos y tal vez como un cobarde, me fui a llorar por la puerta de atrás, donde no me viera nadie. Fui al cementerio a darle el último adiós y cuando el nicho quedó tapiado, Cimbelino recogió al amigo y se lo llevó a Fomborck, el país donde no ha entrado nunca un ser humano, donde nunca ha habido un conflicto entre sus habitantes, donde la gente es amable, sencilla y entre ellos no hay envidia, rencillas, peleas ni rivalidades.
Por la tarde, sobre las cuatro, volví al hospital para ver como estaba el niño, y la enfermera me dijo que tenía un poco de febrícula, pero nada preocupante pues eran 37,5 lo cual no me cuadraba pues la intervención salió bien y no había problemas en la zona intervenida. Hablo con la madre y me refiere que el niño había tenido fiebre ayer y antes de ayer, algo que no nos había dicho, fiebre debida a un problema de garganta, el cual se ha agravado un poco debido a la intubación que se le ha realizado al anestesiarle.
Al ir hacia el hospital, me para una chica y me dice que si soy Berna, a lo cual le contesto afirmativamente. Me dijo emocionada que había leído en el blog lo que había escrito sobre El Rubio de la Glorieta y me hizo emocionar, luego me dijo que era la hermana del marido de Estrella, una hermana de Manolo, total, de emoción en emoción.
Mientras me encuentro en mi clínica, me llaman del Hospital y me dicen que el niño se encuentra con 38 de fiebre, doy instrucciones para que en el gotero le pongan paracetamol y me voy con rapidez hacia el hospital para controlar la evolución. Al llegar, ya le había bajado un poquito la fiebre gracias al paracetamol que mandé poner en el suero y posteriormente le pauté ibuprofeno 5cc cada cuatro horas hasta que la fiebre remitiese. Todo lo prescrito va firmado y ordenado a farmacia, sin cuya orden, no se lo suministran a enfermería. Dije que me viera al niño el pediatra para ver que opinaba y para ello, debo de realizar también una petición. El pediatra, un tío majísimo, vio al niño y dijo que posiblemente fuese un virus, estaba de acuerdo con lo pautado por mi para controlar la fiebre del niño y dejé al niño ingresado durante al menos, 24h. Hoy me encuentro de guardia localizada y espero que no me llamen para nada, necesito descansar y dormir pues el día ha sido mentalmente agotador. Mañana iré pronto al hospital para ver a mi pequeño paciente y ver si le puedo dar el alta hospitalaria.
Una de las alegría que hoy he tenido, ha sido ver en el funeral de Manolo a una gran cantidad de gente, gente que le apreciaba, pero lo que mas me ha alegrado, ha sido ver a gente del toro. A despedir a Manolo han ido entre muchos de los que vi, y perdonarme los no citados, a Jesús Muñoz, Toño Blazquez, Antonio Martín, Ricardo Sánchez Marcos, Mario Herrero, Miguel Angel Herrero, Carlos Pereletegui, El Dani, Cubino, Angel Pascual Mezquita, Adolfo Lafuente, Andrés Sanchez, Juan José, Flores Blazquez, Jose (Presidente de la Federación), Pablo del Castillo, El Matador de Toros Miguel Angel Sánchez no pudo ir por encontrarse fuera, pero fueron sus padres y le llevaron un ramo de flores, Marco Antonio Hierro, etc., etc, repito, perdonarme los no citados por no acordarme en estos momentos o por no haberos visto. Quiero dar las gracias especialmente a La Gaceta, donde Santiago Juanes me ha hecho llorar con su artículo, a Tribuna de Salamanca, por que me llamó Mario Juárez para preguntarme cosas de Manolo y publicarlas, a Glorieta Digital y a El Adelanto; GRACIAS A TODOS.