Al año siguiente, realicé otro curso que fue bastante bueno, el Postgrado en Cirugía Podológica por la Universidad de Barcelona. La verdad es que vimos mucha cirugía, nos dejaron meter mano (por lo menos a mi) y los del Pensylvania College of Podiatric Medicine, nos enseñaron cosas nuevas. Posteriormente a estos cursos, no se ha vuelto a realizar nada igual, las siguientes ediciones de los mismos dejaron mucho que desear, y con los que se realizan actualmente, la geste está muy descontenta, casi no ven cirugía, no hay apenas prácticas, te cuestan un dineral, va a Nueva York a realizar técnicas digitales sobre cadáver y ves poca cirugía, etc. Lo dicho, hay que seleccionar mucho los cursos a los que se apunta uno.
En Barcelona fuimos varias veces a disección, experiencia que fue extraordinaria. Cadáveres enteros para pocos alumnos, y realizamos disección de todo el miembro inferior. En la foto de la izquierda, se ve que aún tenía algo de pelo frontal, y lo de los lados ya no eran entradas, sino pistas de aterrizaje.
La disección de la pierna es muy interesante pues en ella se originan todos los músculos extrínsecos del pie.
Hoy se ha celebrado en Ciudad Rodrigo la final del Bolsín Taurino. A ella no han llegado chavales que yo pensaba que llegarían, en cambio, han llegado otros que pienso, no lo merecían. Creo que el triunfador puede ser Roberto Blanco, pero en este concurso es difícil predecir cosas. En esta ocasión voy a contar otra de las anécdotas que me ocurrió en este concurso. Las fotos que cuelgo son de las dos últimas finales que toreé, pues llegué a torear cuatro finales, algo que nadie ha logrado en el Bolsín, pero como yo soy un poco masoquista, me apuntaba año tras año. Era mas terco que una mula aún sabiendo que nunca me iban a clasificar, por lo menos, toreaba vacas.
En esta final, quedamos cinco chavales, entre los favoritos estábamos Jean Charles Boue, Morenito de Salamanca y yo, dándome por ganador a mi todos los aficionados y periodistas de Salamanca, así cono José Ángel Cruz, que escribía en MT (Mundo de los Toros) y sacó un artículo diciendo que yo merecía ser el ganador, algo que yo estaba seguro, pero que sabía no iba a ocurrir. A esta final me acompañó Toreri, José María Acosta, Perelétegui padre y mi Padre. Las vacas, si, si, vacas, eran de Ángel de Elías, el de Gavilán, fallecido el año pasado y que para mi era una buena persona, además de jurado del Bolsín. Las vacas tenían de 10 a 12 años, estaban tentadas y eran astifinas y grandes como la madre que las parió. Había preparadas en chiqueros de la Plaza de Toros de Santa Cruz, cinco auténticas tías, una para cada uno. A mi me tocó torear en tercer lugar, nosotros teníamos que parar a las vacas, no como ahora que hay unos profesionales que le paran las eralinas a los chavales y se las ponen al caballo para que luego las toreen los concursantes con la muleta. La dos primeras no habían sido buenas y no se habían dejado. Salió la mía, una pepa igual que las otras, pero cuando la paré con todas las precauciones del mundo, vi que metió la cabeza en el capote, por lo que decidí pararme con ella y lancearla, algo que conseguí con guapeza, dominio y profundidad. Al ver que la vaca respondió,cuando cogí la muleta, desde el principio quise aprovechar las primeras embestidas,empecé a pegarle muletazos, buenos muletazos y la vaca metía la cara como si fuese un auténtico toro. En una de las series que rematé me fui a los medios y la cité de lejos, desde unos diez metros la vaca se arrancó, la aguanté y cuando con la muleta adelantada la traía toreada, me pegó un derrote y me dio la cornada mas grave que alguien ha recibido en el Bolsín Taurino. Era muy astifina, astilarga y veleta; me enganchó por la ingle, cerca del fatídico Triángulo de Scarpa, y me pegó una cornada con dos trayectorias, una de ellas grave que casi me perfora el intestino grueso y me atraviesa el recto, y la otra menos grave hacia abajo. Gracias a Dios en la Plaza de Toros de Santa Cruz, esa tarde estaban viendo la final el Dr. Fuentes (apoderado de Tomás Pallín), un gran cirujano y mi Padre. La vaca me dio una vuelta completa al ruedo colgado del pitón y cuando me soltó, me puse de pie y volví a coger la muleta para ir a la cara de la vaca, pero en ese momento me falló a pierna y me caí. Me recogieron de la arena y me llevaron a la enfermería, donde mi padre y el Dr. Fuentes hicieron lo que pudieron y me trasladaron en ambulancia al Hospital Clínico, en donde me operaron y me ingresaron. Mientras me curaban de urgencia en la Plaza de Toros de Ciudad Rodrigo, entraron algunos miembros del jurado del Bolsín y me dijeron que no me preocupara que yo torearía un festival que estaban organizando en dicha plaza junto al Viti, a Pedrés y a otras figuras, lo cual fue todo mentira. El festival se celebró, pero a mi no me pusieron. En mi camino hacia Salamanca, en la ambulancia venía mi padre, a mi se me saltaron las lágrimas de los ojos y era por el dolor de impotencia que sentía al sabe que todo había sido en vano. Mi padre me preguntaba que si me dolía, yo le contesté que lo que mas me dolía era no poder torear. Los miembros del Bolsín no tuvieron ni la delicadeza de ir a verme al hospital, ni siquiera se preocuparon, tan solo Teo, el cual no era miembro del jurado y el cura Galache, el resto, pasaron olímpicamente. La noticia salió publicada en los periódicos provinciales y los que sí se preocuparon fueron El Viti, Robles, Capea, y los novilleros de mi época, así como Carlos Manuel Pereletegui padre y mis amigos.
Los cinco finalistas, Morenito de Salamanca a la izquierda, Jean Charles Boue a la derecha, y yo, el segundo comenzando por la derecha, los tres favoritos. A la derecha del todo, podemos ver a Manolo Ferino, y con gorra, a Ángel de Elías.
Parando mi vaca, que como se puede ver, era una auténtica tía, astifina, astilarga, veleta, larga como un tren y machorra con 12 años. La vaca de la cornada.