Ayer fui a ver la corrida de toros a Guijuelo, un cartel que me interesaba por que toreaban Juan Diego, El eterno Lázaro que no termina de resucitar y Javier Castaño, el único que de verdad sacó las castañas del fuego. Román Perez no me motiva como para ir a verle.
No soy crítico taurino, no soy quien para criticar pero si para dar mi opinión y es lo que voy a hacer, dar mi opinión. Yo entiendo poco de toros, según algunos, parece ser que muy poquito, por lo cual, lo que yo escriba hoy no es como para tenerlo muy en cuenta. Nada mas llegar a Guijuelo me encuentro con un montón de gente conocida, Manolo (El Maestro) me llama y me da una entrada, luego me encuentro al Tino y me ofrece una invitación, y luego, me encuentro a un ex político guijuelense y me quiere dar otra entrada. Hay días que tienes entradas sin buscarlas y en otras ocasiones, ni queriéndolas comprar las consigue uno. Ya sobre la media hora para comenzar el festejo, me encuentro con Javier Hernandez, Victor Soria y Paco Cañamero, los cuales forman un buen elenco de críticos taurinos. Me despido de ellos y seguidamente me encuentro al crítico que faltaba para el póker, me refiero a Javier Lorenzo, otro crítico que ha ganado mucho en los últimos tres años. A estos cuatro personajes de la crítica taurina los sigo con asiduidad. A lo que iba, a la corrida. Una vez en la plaza de toros, parece que el de la puerta me estaba esperando, me llama y me dice, Bernardino ven que está casi todo lleno, pasa y siéntate, me sentó en una barrera, algo que le agradecí enormemente.
La plaza de toros estaba prácticamente llena, buen ambiente y muchas mujeres guapas en los tendidos, gran colección de escotes y piernas de todos los encastes, un lujo para la vista.
Saltaron al ruedo seis ejemplares de Sánchez Herrero, para mi gusto, grandes, algunos un tango bastotes y altos de cruz. Las tablillas parecían presumir del peso de los toros pero la verdad, es que algunos de ellos no estaban rematados. Bien es verdad que la corrida tenía mucha caja, mucha para un pueblo como Guijuelo, pero alguno de los toros estaba un tanto escurrido, sin rematar de los cuartos traseros y un tanto descolgados. Las brochas de los pitones de algunos, sobre todo de los dos primeros, tenían mas cerdas que las escobas que tengo en casa para barrer. La corrida se dejó en lineas generales pero nada del otro mundo. A excepción de el lote de Juan Diego, que fue el peor, los demás, en mayor o menor medida pusieron el triunfo en la mano de los toreros. Los 6 toros a pesar de el volumen y presencia, carecieron de fuerza y para mi un poco faltos de casta. Entre los seis tenían menos emoción que seis pasos de Semana Santa, al menos los pasos de Semana Santa te pueden emocionar, pero los 6 toros de ayer estaban faltos de emoción y alegría; ya digo, la Semana Santa de Sevilla es mas alegre que el encierro de ayer. Todos, a excepción de primero y cuarto, eras nobles, pero todos absolutamente todos sin fuerzas y carentes de emoción.
Juan digo, digo Diego, no termina de resucitar y eso que es un torero de una calidad extraordinaria. Ayer, como últimamente casi siempre, parece que tiene firmados un montón de contratos. Yo quiero que este Lázaro resucite, la fiesta ganaría mucho con este torero y yo, disfrutaría al verle torear, pero si lo que hizo ayer lo hace en una nueva oportunidad en Madrid, lo manda derecho a la tumba sin posibilidades de resucitar. Juan, te aprecio, me gusta tu toreo, creo en tus posibilidades pero son muchas las oportunidades que vas dejando escapar. Ayer a Juan Diego le tocó el peor lote, pero no quiere decir que por eso debe dejar de intentar sacar agua de un pozo medio vacío. Cuando se tiene sed de verdad, hay que seguir profundizando en la tierra hasta que el agua brote. Juan Diego estuvo pegando pases hacia fuera, sacando culo, toreando en linea recta y sin entregarse en ningún momento. Yo sigo creyendo en Juan Diego, pero un enfermo para curarse, lo primero que tiene que hacer, es tener ganas de curarse y tener fuerzas para conseguirlo.
Javier Castaño es un torero que ha madurado mucho. Lo he seguido desde novillero, fui a su alternativa invitado por él, siempre he creído y creo en sus posiblilidades, en su temple y en su valor, pero, al igual que a Juan Diego, !Qué difícil es resucitar!. Javier Castaño tiene a su favor las ganas de querer vivir, las ganas de ponerse de nuevo en pie. Ayer fue el único que sacó las castañas de el fuego. No estuvo en la dimensión de el Castaño que yo he visto en anteriores ocasiones, pero se le ve mas reposado, con ganas de salir del ostracismo en donde se encuentra, tiene temple y valor y en ocasiones, está intentando torear con gusto. Pegó buenos muletazos, algunos como he dicho, con cierto empaque y gusto, con temple y cruzándose, intentando llevar a los toros muy toreados y hacia atrás.
Román Pérez es un torero que nunca me ha terminado de gustar aunque es cierto que alguna que otra vez, me ha gustado. Lo veo como un torero un tanto vulgarote, es tan alto como corto es su toreo. En momentos ha dado buenos muletazos sobre todo en su segundo toro, pero a parte de estos aislados momentos, toreaba sin prestancia, echándose el toro para afuera, perfilero. En ocasiones estuvo ceñido con el astado, pero no solo es pasarse al toro cerca, sino llevarlos toreados hacia atrás, metiéndolo en la cadera y rematando el muletazo donde el brazo te hace girar la muñeca.
A pesar de mi humilde opinión, Román Perez y Javier Castaño salieron a hombros de la plaza de toros, merecídamente. Los toros tuvieron algo de calidad pero sin fuerzas y sin alegría ni emoción, y Juan Diego una vez mas, tuvo mala suerte. A continuación dejo unas fotos tomadas por mi de lo acontecido en el festejo, algunas corroboran lo que digo.
Querido, 560 Kilos en la tablilla. El toro pesa sin duda alguna, pero es feote aunque hondo.
Juan, tirando lineas, pulcro pero sin esas ganas de resucitar que todos tenemos que tenga.
Culo fuera, hacia fuera, sin compromiso. Coño torero que tú tienes todo para poder funcionar, cambia de una puñetera vez la moneda antes de que el euro deje de estar en circulación y volvamos a la peseta.
Una buena estocada.
Valenciano, 540 kilos de nada. Alto, bien hecho, guapo. Se fue sin las dos orejas.
Castaño parando al toro.
Llevando al toro largo.
En ocasiones quiso torear con gusto y muy asentado.
Le recetó otra buena estocada.
Astado que no tenía malas hechuras pero que salió también sin fuerzas aunque fue uno de los mas encastaditos, junto con el segundo.
Mucho brazo le largaba Román Pérez, alto, muy alto es el torero.
Corto, muy corto es su toreo.
Estocada a la tercera intentona.
Pirueta se llamaba el cuarto, otro marmolillo par Juan Diego. La verdad, tuvo mala suerte. Salio soso y sin emoción alguna, un poco incómodo para realizar el buen toreo, pero no tanto como para pelearse con el e intentar otra cosa, otra faena.
sin creérselo,
sin apostar.
En 5º, de nombre bromista, fue un toro serio, con unos cuartos delanteros desarrollados pero sin rematar de los cuartos traseros. Un toro muy alto de agujas y el de mas motor de todo el encierro y un mas poderío pero rayando en la flojera. He leído que este toro era bajo de hechuras.
Fue para mi, el toro mas importante del encierro, no el mas bravo ni el mas noble, ojo.
Como que muy bajo de hechuras no era, digo yo, es mi parecer, pero claro cuando uno no se pone delante puede suceder dos cosas, que los toros los vea mas chicos de lo que son o al revés, lo que me pasa a mi, que como soy bajito, los veo todos grandes y altos, je je.
En otras ocasiones lo mandó y lo templó, pero no terminó de romperse con él.
El sexto y último de la tarde se llamó Dulcero, y ciertamente fue el mas dulce del encierro, el mas noble, pero como todos sus hermanos, carente de fuerzas y con menos emoción que los pasos de Semana Santa. El toro debe de tener poder, luego debe de tener nobleza, alegría en las embestidas, prontitud, debe de humillar, ir largo, tener recorrido e ir a mas, reperir sus embestidas y dar sensación no de peligro pero si de emoción. También fue un toro alto de cruz o al menos esa impresión me daba a mi. Lo tuve a mi ladito y casi me chupa la calva cuando barbeaba las tablas y asomó la cabeza por arriba de el burladero.
Pues creo que su crónica se acerca a la realidad mucho mas que las que he leído en algunos periódicos de Salamanca
ResponderEliminarAngel de las Heras