lunes, 13 de agosto de 2012

Pescando en el Pantano de la Maya.

Este fin de semana hemos ido a pescar al Pantano de la Maya, o Pantano de Santa Teresa que es su verdadero nombre. El caudal está bajo, muy bajo pero hay gran calidad de agua y buena concentración de peces.

Estuvimos pescando a cola de rata, primero a mosca seca y posteriormente a ninfa.

Mi hijo se ha iniciado en la pesca con el látigo y ya va dominando los lances a cola de rata.

Pescar en el pantano a pez visto es tarea divertida pero no fácil. Hay que hacerlo con mucho sigilo si no quieres ser visto por los peces y que estos salgan huyendo, aunque a veces le lanzas la ninfa en la huida y clavas algún pez.

La cautela es primordial si quieres tener éxito en este tipo de pesca. Es una pesca divertida, no como la pesca a la espera.

Este Domingo al menos he caminado unos cinco kilómetros pescando por la orilla del pantano. Fui a las 8 de la mañana y la orilla del pantano estaba llena de peces. Barbos y carpas en la mismísima orilla, sacando las aletas dorsales por encima del agua, sacando los hocicos y a veces mas de medio cuerpo fuera del agua.
Estos días hemos tenido mucho calor, en algunos sitios se han superado los 45 grados centígrados y los peces no tenían mucha actividad, pero a primera hora de la mañana es cuando mas se han movido. A partir de las 11 del medio día los peces desaparecieron de las orillas y se fueron al frescor de la profundidades.

A primera hora estuve pescando con unas hormigas aladas artificiales que me regaló Manolo Torres, otro gran pescador. Podéis ver en la foto la hormiga alada que tengo en la mano, es totalmente realista, no parece que fuese artificial.

Fueron muy efectivas hasta que comenzó a calentar y los peces dejaron estar en superficie para irse al fondo.
No se dio mal la jornada. Pesqué unas cuantas carpas y unos cuantos barbos de tamaño mediano y tuve muchas picadas que no logré sacar, unas por venir mal clavados y otras por rechazos.

Las carpas tomaban las ninfas plomadas con franqueza y normalmente las absorbían bien y las introducían en el interior de la boca.

Lo mismo le ocurría a los barbos, en cambio en otras ocasiones no chupaban bien y se clavaban el anzuelo de la mosca o la ninfa por los mimos labios.


Llegué a clavar un gran barbo que no pude sacar y se escapó soltándose pues venía clavado por los mismo morros en su parte mas superficial.


Como veis en esta foto, esta carpa también vino clavada por el morrito y no se escapó de milagro. Clavé una gran carpa que tampoco pude sacar por desclavarse después de al menos diez minutos de pelea. Me tenía el brazo partido y cuando pensé que la tenía casi cansada pegó un coletazo y se soltó.

Todos los peces que pesqué los puse de nuevo en libertad, soltándolos inmediatamente después de quitarle en anzuelo. La próxima vez me han pedido unos barbos para comerlos escabechados, esos tendrán menos suerte.