domingo, 11 de septiembre de 2011

La Campana, sin badajo. Tarde vulgar con buena faena de Barrera a un buen toro. Recuerdo al Rubio de la Glorieta. Lo mejor, la comida.

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Hoy se han lidiado en la Plaza de Toros de la Glorieta seis toros de la Ganadería de la Campana, pero de una campana sin badajo. La corrida al menos ha estado bien presentada pero sin fondo, con falta de casta, con poca fuerza y desrazada. Solo se salvó el 5º de la tarde, que para eso dice el dicho que no hay 5º malo, un gran toro, pronto, repetidor, con codicia y presencia, noble pero discutida vuelta al ruedo. La Campana tenía fachada, presencia, pero la mirabas por debajo de la falda y no le veías el colgajo, por lo cual, los toreros no pudieron tocar la sinfonía que tenían preparada para la tarde. Si alguno lee las crónicas de otros sitios de información, parecerá que la corrida no ha sido tan mala pues un torero ha saludo a hombros al cortar dos orejas, otro torero ha dado una gran vuelta al ruedo a un gran toro que le han dado la vuelta al ruedo, y otro torero ha sido ovacionado. Esto solo explica una cosa, que el público de la plaza de toros de Salamanca, una Plaza de prestigio, de solera y de supuestos entendidos, tiene menos criterio que la plaza de toros de Somagoso o de Popayán. El público de la Plaza de Toros de la Glorieta  ha perdido el norte, se ha convertido en una plaza de milongas.

Todos los toreros se han justificado, los tres lo han intentado, venían con ganas y no se le puede achacar nada en su contra. Domingo López Chaves ha estado con ganas y con oficio pero no ha podido hacer nada mas de lo que hizo. Estuvo bien con el toro pero no era una faena de oreja. La oreja se da a una buena faena con un toro que transmita, algo que no ocurrió. No hubo transmisión ni emoción en la faena, pulcra y limpia pero sosa por culpa del toro. No se puede dar una oreja a la voluntad, en todo caso, una vuelta al ruedo. López Chaves en su segundo, mas de lo mismo, y en este caso, le piden otra oreja, con lo cual se ganó una absurda salida por la Puerta Grande, una salida ridícula y carente de sentido. !Qué pena de público de Salamanca, qué pena de prestigio de una plaza que ha perdido el norte!







Antonio Barrera es un torero vulgar pero de un gran mérito, que hoy ha estado muy bien con su segundo toro, un gran toro, de buena presencia, noble, pronto, con el morro por los suelos, queriendo comer la muleta y con una cosa que no tuvieron los demás, TRANSMISIÓN.


Antonio Barrera con el 5º toro estuvo bien, pegó buenos muletazos, se fajó con el toro, y logró momentos de emoción. Personalmente la faena para mi fue vulgar, por debajo del toro, de un gran toro, pero no niego que Barrera, dentro de su estilo y forma, estuvo bien, firme, asentado y seguro, pero cuando no hay mas, no se puede pedir. A este valiente, valeroso y meritorio torero, no le podemos pedir que toree como Morante de la Puebla o como Curro Romero.






El Capea no ha tenido toros, no ha podido hacer mas de lo que ha hecho. Ha estado con ganas, tesonero, firme y con oficio. Una pena que delante tuviese toros aburridos sin emoción de ningún tipo. El Capea se ha pegado un arrimón, se ha justificado, se ha visto su gran disposición, pero lo que digo, donde no hay agua, no se puede sacar y el agua, los humanos no la podemos convertir en vino. Pedro, el hijo de El Niño de La Capea, tiene una gran afición, no se le puede negar, como no se le puede negar que no tiene suerte en Salamanca, y hoy, los toros se la han negado.

El Capea estuvo bien en su primero al cual le cortó una oreja también a la voluntad, que como digo, la voluntad no merece orejas, sino, ovaciones y vueltas al ruedo. La faena no estuvo mal pero le faltó la emoción, emoción que no puso al toro.


























El día 26 se cumple el Aniversario de la muerte de Manuel López Pérez, El Rubio de la Glorieta. Se va a celebrar una misa en la iglesia de María Mediadora, en el paseo de Torres Villarroel. La misa se celebrará a las 8 de la tarde. Yo no podré acudir por encontrarme en Ecuador, pero ese día, tendré muy presente a mi amigo Manolo, el autor de Cimbelino, el cual vivió conmigo innumerables anécdotas taurinas y no taurinas; con el cual compartí muchos días importantes de mi vida.