lunes, 2 de agosto de 2010

A mi mujer y mis hijos.

Mañana me voy de viaje y como últimamente me ocurre, me cuesta hacer las maletas, me pongo melancólico y pienso y pienso. Pienso en mi familia, en la mujer que me aguanta cada día, en la mujer que me quiere incondicionalmente como soy, la que me espera y soporta mi genio y mi mal humor, en definitiva en la mujer que me ama y a la que amo por encima de todo. Pienso en mis hijos, a los cuales, casi con seguridad, no les dedico el tiempo que se merecen, pero a los cuales quiero con locura. Cada vez que salgo de viaje, sobre todo cuando son viajes largos, de distancia y de tiempo, me siento inseguro, me entran ciertos miedos que antes no tenía.


Ayer fuimos a Las Arribes del Duero, hicimos el paseo en barco hasta la presa de Aldeadávila, es la segunda vez que lo hacemos y la verdad, pasamos un día muy agradable. Mi mujer y mis hijos se bañaron en la playa de El Rostro, yo no tenía ganas de ello, pero me dediqué a tirarles fotos y a disfrutar de su disfrute, a mirarles, a contemplarlos y a hacerme fotos con ellos.



Mi hijo es un fenómeno, una gran persona, que es lo que mas me importa del ser humano. Es un ser solidario, buena gente y según las chicas, un tío guapete. Toca la guitarra fenomenal y de vez en cuando, me emociona escucharle, sobre todo cuando toca Juegos Prohibidos (Romance Anónimo), música que me llega hasta El Fondo de Mi Alma.


Mi hija es una preciosidad. Tiene genio, mucho genio, pero también es buena persona. Tiene alma de artista. De vez en cuando me reprocha ciertas cosas, cosas que en ocasiones tiene razón, pero en otras, como mujercita joven que es, no entiende ciertas cosas de los mayores. La quiero mucho y me está haciendo viejo, bueno, tanto como viejo, no, pero sí un poco mayor. Cuando la veo actuar, se me saltan las lágrimas.



Mi mujer, que decir de mi mujer. Que no la merezco, que me ha entregado todo, absolutamente todo, me ha dado dos hijos estupendos y es una esposa y madre estupenda. La verdad, y no tengo ninguna duda, hay pocas mujeres como ella. La quiero, y después de 20 años juntos, sigo enamorado de ella, aunque en ocasiones la saque de quicio.


Con mi hija en el Mirador de El Fraile.















Con mi guapa esposa en Cuba. Una guapa mujer para un ser como yo, normalito, normalito. Sinceramente, he tenido suerte.





En muy pocas ocasiones he puesto fotos de mi mujer en el blog, en primer lugar por que a ella no le gusta, y en segundo lugar, por que no venía a cuento.


























Hoy es distinto, pues aunque sé que no quiere que la ponga en el blog, lo voy a hacer sobradamente para que el que lo lea, sepa que estoy orgulloso de ella y que me siento un privilegiado por tenerla a mi lado.



















Como se puede ver en las fotos, un tipo feo, puede estar con una mujer guapa.


Anoche brindamos en este vaso, brindé por mi amor, por nosotros, por lo que supone para nosotros las últimas letras escritas en el fondo del mismo. Estas letras están escritas en cristal, pero yo las llevo grabadas en El Fondo de Mi Alma. Ese verbo es complicado, difícil, pero lleno de satisfacción cuando lo sientes en lo mas profundo del corazón.











El verbo querer, la palabra amor, se dice muchas veces con mucha frivolidad, pero cuando se dice con el corazón, desde lo mas profundo del ser humano, son verbos hermosos que expresan unos sentimientos difíciles de explicar, sentimientos muy distintos de una personas a otras, y que en mi caso, no sabría explicarlos. Se que amo, que quiero, pero, ¿Cómo quiere la otra persona que le demuestren ese amor y ese querer?. Yo, lo único que puedo ofrecer, es ser como soy, intentar hacerlo lo mejor posible, con mis errores y mis aciertos, pero con mi amor por delante, amor que entrego y que demuestro a mi manera, siempre, sin saber si los demás quieren mi amor de la manera que se lo entrego, si es suficiente con mi forma de querer y de amar.
Terminando con esta tan poco frecuente entrada, le digo a mi familia, que aunque esté en la distancia, la quiero y no la olvido y que ya tengo ganas de estar de regreso sin haberme ido todavía.
Mañana marcho de viaje, parto para Atlanta y luego a Nueva York, le pido a Dios que no ocurra nada durante mi ausencia y que esta no se me haga muy pesada, regresando a mi casa sin novedad.