domingo, 7 de febrero de 2010

Final del Bolsín Taurino de Ciudad Rodrigo. Cursos de disección.

Ultimamente están proliferando los cursos de disección sobre cadáver, no de cirugía sobre cadáver que es otra cosa muy distinta, simplemente de disección. La disección es primordial para meterse a realizar cirugía a gran escala, así como para realizar buenos estudios biomecánicos y conocer al dedillo todas las estructuras anatómicas y su funcionamiento. Hay profesionales sanitarios entre los que nos encontramos, además de los médicos y los fisios, que tienen que estar reciclándose constantemente algo que muchos, no hacen. Para realizar disección, un buen curso de disección o realizar cirugía sobre cadáver, ya no es necesario irse a los Estados Unidos. En España tenemos grandes cursos como los que realiza la Asociación Española de Cirugía Podológica, sin ir mas lejos, el prácticum en la Universidad de Alicante y "otros varios." Otra cosa son cursos avanzados de especialización en técnicas quirúrgicas complejas, para eso, sí es preciso salir fuera de España y gastarse el dinero, pero para realizar técnicas quirúrgicas básicas, para comenzar a introducirse en la cirugía del pie o para tener conocimientos sobre ello, ya digo, no es necesario emigrar. Esto viene a cuento por que me han llamado varios compañeros para pedirme opinión sobre los cursos que vamos a realizar en Atlanta y en New York, compañeros que están comenzando a hacer cirugía, compañeros que han terminado la carrera recientemente. A estos les digo que no considero necesario que se apunten a estos cursos, los cuales, son para personas con conocimientos quirúrgicos de ante mano. Al Seminario Internacional de Cirugía que estoy organizando en Salamanca se han apuntado y se van a apuntar compañeros que no hacen cirugía, solo por el simple hecho de tener mas conocimientos de su profesión, por estar al día de los nuevos tratamientos, por reciclarse, por aprender, algo que es muy loable y recomiendo hacer a todos, sea el curso que sea, biomecánica, ortopodología, cirugía, dermatopodología, infiltraciones, etc., eso sí, seleccionar muy bien los cursos y no gastar el dinero a lo tonto, pues hay cursos que no valen absolutamente la pena. Hace unos diecinueve años se realizó en la Universidad Complutense de Madrid el primer curso de Experto en Cirugía Podiátrica, curso que tenía un convenio con el New York College of Podiatric Medicine y en el cual estuvimos un montón de tiempo. Este curso fue un auténtico éxito, marcó un antes y un después en la cirugía del pie en España. Este curso estaba dirigido por el Dr. Ricardo Becerro de Bengoa que por entonces estaba estudiando Podiatría en el New York College y por Toni Hernandez, gran podiatra americano de origen español y gran amigo de los españoles. En la foto de arriba estoy con el Dr. Hernandez en la sala de disección del New York College of Podiatric Medicine. Allí realizábamos disección y técnicas quirúrgicas sobre cadáver. La verdad, es que ese curso fue estupendo.
Al año siguiente, realicé otro curso que fue bastante bueno, el Postgrado en Cirugía Podológica por la Universidad de Barcelona. La verdad es que vimos mucha cirugía, nos dejaron meter mano (por lo menos a mi) y los del Pensylvania College of Podiatric Medicine, nos enseñaron cosas nuevas. Posteriormente a estos cursos, no se ha vuelto a realizar nada igual, las siguientes ediciones de los mismos dejaron mucho que desear, y con los que se realizan actualmente, la geste está muy descontenta, casi no ven cirugía, no hay apenas prácticas, te cuestan un dineral, va a Nueva York a realizar técnicas digitales sobre cadáver y ves poca cirugía, etc. Lo dicho, hay que seleccionar mucho los cursos a los que se apunta uno.






En Barcelona fuimos varias veces a disección, experiencia que fue extraordinaria. Cadáveres enteros para pocos alumnos, y realizamos disección de todo el miembro inferior. En la foto de la izquierda, se ve que aún tenía algo de pelo frontal, y lo de los lados ya no eran entradas, sino pistas de aterrizaje.




La disección de la pierna es muy interesante pues en ella se originan todos los músculos extrínsecos del pie.



Hoy se ha celebrado en Ciudad Rodrigo la final del Bolsín Taurino. A ella no han llegado chavales que yo pensaba que llegarían, en cambio, han llegado otros que pienso, no lo merecían. Creo que el triunfador puede ser Roberto Blanco, pero en este concurso es difícil predecir cosas. En esta ocasión voy a contar otra de las anécdotas que me ocurrió en este concurso. Las fotos que cuelgo son de las dos últimas finales que toreé, pues llegué a torear cuatro finales, algo que nadie ha logrado en el Bolsín, pero como yo soy un poco masoquista, me apuntaba año tras año. Era mas terco que una mula aún sabiendo que nunca me iban a clasificar, por lo menos, toreaba vacas.

En esta final, quedamos cinco chavales, entre los favoritos estábamos Jean Charles Boue, Morenito de Salamanca y yo, dándome por ganador a mi todos los aficionados y periodistas de Salamanca, así cono José Ángel Cruz, que escribía en MT (Mundo de los Toros) y sacó un artículo diciendo que yo merecía ser el ganador, algo que yo estaba seguro, pero que sabía no iba a ocurrir. A esta final me acompañó Toreri, José María Acosta, Perelétegui padre y mi Padre. Las vacas, si, si, vacas, eran de Ángel de Elías, el de Gavilán, fallecido el año pasado y que para mi era una buena persona, además de jurado del Bolsín. Las vacas tenían de 10 a 12 años, estaban tentadas y eran astifinas y grandes como la madre que las parió. Había preparadas en chiqueros de la Plaza de Toros de Santa Cruz, cinco auténticas tías, una para cada uno. A mi me tocó torear en tercer lugar, nosotros teníamos que parar a las vacas, no como ahora que hay unos profesionales que le paran las eralinas a los chavales y se las ponen al caballo para que luego las toreen los concursantes con la muleta. La dos primeras no habían sido buenas y no se habían dejado. Salió la mía, una pepa igual que las otras, pero cuando la paré con todas las precauciones del mundo, vi que metió la cabeza en el capote, por lo que decidí pararme con ella y lancearla, algo que conseguí con guapeza, dominio y profundidad. Al ver que la vaca respondió,cuando cogí la muleta, desde el principio quise aprovechar las primeras embestidas,empecé a pegarle muletazos, buenos muletazos y la vaca metía la cara como si fuese un auténtico toro. En una de las series que rematé me fui a los medios y la cité de lejos, desde unos diez metros la vaca se arrancó, la aguanté y cuando con la muleta adelantada la traía toreada, me pegó un derrote y me dio la cornada mas grave que alguien ha recibido en el Bolsín Taurino. Era muy astifina, astilarga y veleta; me enganchó por la ingle, cerca del fatídico Triángulo de Scarpa, y me pegó una cornada con dos trayectorias, una de ellas grave que casi me perfora el intestino grueso y me atraviesa el recto, y la otra menos grave hacia abajo. Gracias a Dios en la Plaza de Toros de Santa Cruz, esa tarde estaban viendo la final el Dr. Fuentes (apoderado de Tomás Pallín), un gran cirujano y mi Padre. La vaca me dio una vuelta completa al ruedo colgado del pitón y cuando me soltó, me puse de pie y volví a coger la muleta para ir a la cara de la vaca, pero en ese momento me falló a pierna y me caí. Me recogieron de la arena y me llevaron a la enfermería, donde mi padre y el Dr. Fuentes hicieron lo que pudieron y me trasladaron en ambulancia al Hospital Clínico, en donde me operaron y me ingresaron. Mientras me curaban de urgencia en la Plaza de Toros de Ciudad Rodrigo, entraron algunos miembros del jurado del Bolsín y me dijeron que no me preocupara que yo torearía un festival que estaban organizando en dicha plaza junto al Viti, a Pedrés y a otras figuras, lo cual fue todo mentira. El festival se celebró, pero a mi no me pusieron. En mi camino hacia Salamanca, en la ambulancia venía mi padre, a mi se me saltaron las lágrimas de los ojos y era por el dolor de impotencia que sentía al sabe que todo había sido en vano. Mi padre me preguntaba que si me dolía, yo le contesté que lo que mas me dolía era no poder torear. Los miembros del Bolsín no tuvieron ni la delicadeza de ir a verme al hospital, ni siquiera se preocuparon, tan solo Teo, el cual no era miembro del jurado y el cura Galache, el resto, pasaron olímpicamente. La noticia salió publicada en los periódicos provinciales y los que sí se preocuparon fueron El Viti, Robles, Capea, y los novilleros de mi época, así como Carlos Manuel Pereletegui padre y mis amigos.


Los cinco finalistas, Morenito de Salamanca a la izquierda, Jean Charles Boue a la derecha, y yo, el segundo comenzando por la derecha, los tres favoritos. A la derecha del todo, podemos ver a Manolo Ferino, y con gorra, a Ángel de Elías.



Haciendo el paseillo, sin trajes cortos, sin parafernalias, sin na de na, solo con las ganas de ser torero y con el miedo metido en los huesos sabiendo a las vacas que nos íbamos a enfrentar.










Parando mi vaca, que como se puede ver, era una auténtica tía, astifina, astilarga, veleta, larga como un tren y machorra con 12 años. La vaca de la cornada.








Como al pararla vi que metía la cabeza y humillaba, me paré con ella con el capote y le pegué buenos lances como el de la foto.








Esta otra foto es de otra de las finales que toreé, en la cual me ocurrió otra anécdota que ya contaré.